“Huevos”: exorcismo necesario
Diario de Las Américas
UVA DE ARAGÓN/COLUMNISTA
Diario de Las Américas
UVA DE ARAGÓN/COLUMNISTA
mié dic 4 2013 17:10
La obra de teatro Huevos, del dramaturgo matancero Ulises Rodríguez Febles, actualmente en cartelera en el Teatro Akuara, se basa en hechos reales que precedieron la salida de 135.000 cubanos por el puerto del Mariel en 1980.
Se trata de la historia de un “marielito”, que se lo llevan de Cuba y regresa 13 años después para reencontrarse con los dulces caseros de la abuela, y los recuerdos confusos y dolorosos del acto de repudio con que despidieron a su familia.
Bajo la dirección de Alberto Serraín, los 10 actores que componen el elenco muestran al desnudo las razones y sinrazones de una de las páginas más negras de nuestra historia reciente.
Después de la emoción y alegría de abrazar a su abuela, que no perdona al hijo que se haya marchado, dejándola sola y "traicionando" la Revolución, comienzan los flashbacks.
Oscarito, protagonista principal, interpretado magistralmente por Enrique Moreno, va reviviendo los eventos de esos días horribles de la primavera de 1980.
Vemos así los conflictos de dos matrimonios, los padres del propio Oscarito, y los de una de sus compañeras de colegio, que se ve obligada, con grandes luchas interiores, a leer por el altavoz las consignas contra la familia de su amigo.
Otra pareja importante es la de Eugenio y María, con la actuación también singular de Carlos Alberto Pérez como el más comecandela de todo el barrio, y su joven esposa, totalmente indiferente a un pasado en el que no participó.
La venganza de Oscarito es colocarle cajas y cajas de huevos frescos en el portal de la casa que ahora ocupa Eugenio, que es, naturalmente, la que el joven y sus padres dejaron.
Mientras que la mujer no tiene escrúpulos en aceptar el regalo de huevos, que parece venido del cielo, el hombre sospecha que es un truco, y duda, para al final ceder a la tentación, pero también llegar a un cuestionamiento íntimo de sus acciones, que ya no sabe si eran justificables o no.
Huevos refleja la descomposición de la sociedad cubana en aquellos momentos, donde la ideología, el disimulo, el miedo, la avaricia, la envidia, puso al descubierto lo peor, y también lo mejor, del ser humano.
La obra es asimismo un señalamiento claro sobre la responsabilidad personal, y cómo es posible, aun en situaciones extremas, no violar nuestros principios éticos y morales, incluso a riesgo de peligros y sacrificios.
Huevos no simplifica las cosas. No nos muestra a buenos y malos en blanco y negro. Tampoco emite juicios. Pero sí pone al descubierto los sentimientos de culpa por parte de muchos que participaron, aunque no fuera por voluntad propia, en tirar huevos y gritar insultos y groserías a sus vecinos, amigos y hasta parientes.
También muestra la nostalgia del exiliado y el dolor, de ambos lados, por la separación de la familia. La obra es fuerte, y el uso en escena de filmes de actos de repudio verdaderos, y los personajes saliendo de entre el público para participar en ellos, añaden un efecto dramático.
Sin embargo, en general, tanto el texto como la puesta en escena son sobrios, porque tratan sobre una realidad muy dura por sí sola.
Tan interesante como la obra, fue el coloquio con el autor. Rodríguez Febles vive en Cuba, donde acaban de otorgarle el Premio Cirilo Villaverde de la UNEAC por su novela Minsky. Nos contó cómo la pieza se llevó a escena en la isla en 2007, a teatro lleno, durante un mes. Incluso el día del cierre hubo que hacer tres funciones.
El dramaturgo comentó asimismo sobre las reacciones de la audiencia, tanto en La Habana como en Miami, y cómo algunas personas confesaron que era la primera vez que hablaban de experiencias que habían tratado de olvidar.
En mi artículo anterior escribí sobre la recuperación de la historia por jóvenes profesionales en la isla, y me referí en especial a investigaciones y publicaciones sobre la era colonial y la República.
Huevos hace más. Enfrenta a los cubanos de todas las orillas, a víctimas y victimarios por igual, a hechos recientes. La única manera, a mi modo de ver, de que el pueblo cubano pueda construir un espacio de convivencia y tolerancia en la nación, es confrontando sus demonios. Mariel es uno de ellos. Huevos contribuye a ese exorcismo colectivo que necesitamos.
Nota: Huevos, un proyecto de Akura Teatro, La Má Teadora y el Archivo Digital de Teatro Cubano de la Universidad de Miami, se presentará las sábados y domingos hasta el 22 de diciembre en el Teatro Akura, 4599 SW 75 Avenue. Para información y reservación, llamar al 786 853-1283.
La obra de teatro Huevos, del dramaturgo matancero Ulises Rodríguez Febles, actualmente en cartelera en el Teatro Akuara, se basa en hechos reales que precedieron la salida de 135.000 cubanos por el puerto del Mariel en 1980.
Se trata de la historia de un “marielito”, que se lo llevan de Cuba y regresa 13 años después para reencontrarse con los dulces caseros de la abuela, y los recuerdos confusos y dolorosos del acto de repudio con que despidieron a su familia.
Bajo la dirección de Alberto Serraín, los 10 actores que componen el elenco muestran al desnudo las razones y sinrazones de una de las páginas más negras de nuestra historia reciente.
Después de la emoción y alegría de abrazar a su abuela, que no perdona al hijo que se haya marchado, dejándola sola y "traicionando" la Revolución, comienzan los flashbacks.
Oscarito, protagonista principal, interpretado magistralmente por Enrique Moreno, va reviviendo los eventos de esos días horribles de la primavera de 1980.
Vemos así los conflictos de dos matrimonios, los padres del propio Oscarito, y los de una de sus compañeras de colegio, que se ve obligada, con grandes luchas interiores, a leer por el altavoz las consignas contra la familia de su amigo.
Otra pareja importante es la de Eugenio y María, con la actuación también singular de Carlos Alberto Pérez como el más comecandela de todo el barrio, y su joven esposa, totalmente indiferente a un pasado en el que no participó.
La venganza de Oscarito es colocarle cajas y cajas de huevos frescos en el portal de la casa que ahora ocupa Eugenio, que es, naturalmente, la que el joven y sus padres dejaron.
Mientras que la mujer no tiene escrúpulos en aceptar el regalo de huevos, que parece venido del cielo, el hombre sospecha que es un truco, y duda, para al final ceder a la tentación, pero también llegar a un cuestionamiento íntimo de sus acciones, que ya no sabe si eran justificables o no.
Huevos refleja la descomposición de la sociedad cubana en aquellos momentos, donde la ideología, el disimulo, el miedo, la avaricia, la envidia, puso al descubierto lo peor, y también lo mejor, del ser humano.
La obra es asimismo un señalamiento claro sobre la responsabilidad personal, y cómo es posible, aun en situaciones extremas, no violar nuestros principios éticos y morales, incluso a riesgo de peligros y sacrificios.
Huevos no simplifica las cosas. No nos muestra a buenos y malos en blanco y negro. Tampoco emite juicios. Pero sí pone al descubierto los sentimientos de culpa por parte de muchos que participaron, aunque no fuera por voluntad propia, en tirar huevos y gritar insultos y groserías a sus vecinos, amigos y hasta parientes.
También muestra la nostalgia del exiliado y el dolor, de ambos lados, por la separación de la familia. La obra es fuerte, y el uso en escena de filmes de actos de repudio verdaderos, y los personajes saliendo de entre el público para participar en ellos, añaden un efecto dramático.
Sin embargo, en general, tanto el texto como la puesta en escena son sobrios, porque tratan sobre una realidad muy dura por sí sola.
Tan interesante como la obra, fue el coloquio con el autor. Rodríguez Febles vive en Cuba, donde acaban de otorgarle el Premio Cirilo Villaverde de la UNEAC por su novela Minsky. Nos contó cómo la pieza se llevó a escena en la isla en 2007, a teatro lleno, durante un mes. Incluso el día del cierre hubo que hacer tres funciones.
El dramaturgo comentó asimismo sobre las reacciones de la audiencia, tanto en La Habana como en Miami, y cómo algunas personas confesaron que era la primera vez que hablaban de experiencias que habían tratado de olvidar.
En mi artículo anterior escribí sobre la recuperación de la historia por jóvenes profesionales en la isla, y me referí en especial a investigaciones y publicaciones sobre la era colonial y la República.
Huevos hace más. Enfrenta a los cubanos de todas las orillas, a víctimas y victimarios por igual, a hechos recientes. La única manera, a mi modo de ver, de que el pueblo cubano pueda construir un espacio de convivencia y tolerancia en la nación, es confrontando sus demonios. Mariel es uno de ellos. Huevos contribuye a ese exorcismo colectivo que necesitamos.
Nota: Huevos, un proyecto de Akura Teatro, La Má Teadora y el Archivo Digital de Teatro Cubano de la Universidad de Miami, se presentará las sábados y domingos hasta el 22 de diciembre en el Teatro Akura, 4599 SW 75 Avenue. Para información y reservación, llamar al 786 853-1283.