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Wednesday, December 18, 2013

‘Huevos’ revisits painful memories


‘Huevos’ revisits painful memories


BY MIA LEONIN
Special to The Miami Herald

Early on in the Cuban drama Huevos (Eggs), José (Christian Ocón) advises his daughter, Margarita, “Don’t ever do anything that will weigh on you later.” Although José is encouraging his daughter, (Liset Jiménez), to participate in un acto de repudio or public humiliation of her schoolmate and friend Oscarito (Enrique Moreno), he draws the line at throwing rotten eggs, often a part of the condemnation and insults hurled at those who were seen as traitors to the Revolution.

Cuban playwright Ulises Rodríguez Febles has set the story during the 1980 Mariel Boatlift, when family, friends, and neighbors frequently turned into vehement enemies as some chose to leave Cuba in the mass exodus and others stayed. Huevos cleverly focuses on one act of repudiation at a time when they were endemic, thereby humanizing a dark chapter in Cuba’s history.

Presented by Akuara Teatro, La Má Teodora, and the University of Miami’s Cuban Theater Digital Archive, the Spanish-language Huevos makes its south Florida debut at Akuara’s black box theater in the Bird Road Art District. Alberto Sarraín adapted Huevos and directs it with an impeccable sense of timing.

The play occurs in 1993 at the beginning of the Special Period, a time of extreme economic scarcity. Returning to his homeland after a 13-year absence, Oscarito confronts the traumatic memory of his departure through conversations with Margarita and a series of flashbacks to 1980.

Huevos’ cast is excellent. There’s not a weak link in the bunch, but Moreno and Jiménez are notable for their gut-wrenching performances of Oscarito and Margarita. Imaray Ulloa brings comic relief to the play’s seriousness with her deadpan portrayal of María, the dispassionate wife of Eugenio (Carlos Alberto Pérez), a stalwart Communist. Micheline Calvert is a stand out as Oscarito’s die-hard Communist grandmother who is as ferocious in her affections for her exiled grandson as she is loyal to the Cuban Revolution.

It’s this brand of human contradiction that makes Huevos compelling. In Oscarito’s memory, for example, his friend Margarita participated fully in the condemnation of him and his family; however, one scene reveals Margarita’s tearful struggle to speak out against her friend.

Impressively, Sarraín and set designer Alain Ortiz manage to juxtapose two different political eras and squeeze a cast of 10 onto one tiny stage without one moment of confusion or overcrowding.
The play’s numerous flashbacks are also well executed. In one key scene, the actors use the theater’s center aisle to carry out the act of repudiation. The brush of the actors running by and the proximity of Eugenio, the ringleader, screaming into a bullhorn creates a chilling scene.

So often movies, novels and plays present one historical moment as a monolithic reality. Huevos reminds us that history is a living, evolving consequence of actions taken in the past whose wounds can fester well into the future.




 What: ‘Huevos’ by Ulises Rodríguez Febles


When: 8:30 p.m. Saturday, 6 p.m. Sunday, through Jan. 26


Where: Akuara Teatro, 4599 SW 75th Ave., Miami


Cost: $20 ($15 groups, students and seniors)


Information: 786-853-1283









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Wednesday, December 11, 2013

Huevos, buen retrato del caos y la beligerancia







Huevos, buen retrato del caos y la beligerancia
Mayra Marrero
Especial/El Nuevo Herald


Casi ya a las puertas de las fiestas de fin de año Akuara Teatro, La Ma Teodora y el Archivo de Teatro Cubano de la Universidad de Miami estrenan Huevos, una obra que incita a la reflexión y a la revisión de la memoria histórica. La pieza escrita por Ulises Rodríguez Febles sube por vez primera a las tablas de Miami.

Los cubanos han llegado a la Florida por innumerables vías, pero una de las más intensas y determinantes fue el éxodo del Mariel. Para algunos es solo un pasaje anecdótico, para muchos una traumatica historia vivida. Huevos se aproxima a los hechos acaecidos en 1980 a través de una familia y sus vecinos. El dramaturgo escoge un relato usando la mirada retrospectiva por el sendero de los recuerdos de uno de sus protagonistas, Oscarito, que después de 13 años de vivir en Estados Unidos decide visitar a Cuba, el lugar del cual salió rociado de huevos e insultos.

A consecuencia de la precariedad económica, los huevos se convirtieron en un alimento recurrente en la mesa cubana. El racionamiento de los alimentos le confirieron una alta y no circunstancial categoría culinaria al huevo. A la vez la frase “tener huevos” se entiende como sinónimo de coraje y valentía. Sin embargo, en los sucesos ocurridos en la isla tras la ocupación de la embajada del Perú fueron usados como elementos arrojadizos para agredir a quienes optaron por abandonar el país.
La obra no pretende ser un ajuste de cuentas. El autor expone a cada uno de sus personajes sin juzgarlos y los matiza en diferentes tonos. Nadie es absolutamente coherente o totalmente bueno. Rodríguez Febles nos hace rememorar el momento de beligerancia y caos social con aquellos ensordecedores altoparlantes de incendiarias consignas, el incesante maltrato físico y verbal al que fueron sometidos miles de cubanos por querer buscar otro futuro y por la necesidad y el derecho del ser humano de pensar y actuar diferente.

La puesta en escena de Alberto Sarraín, que retrata el deterioro físico y moral de un barrio donde la palabra “escoria” se comienza a usar para denostar a quienes disentían del gobierno, potencia un vehículo imaginativo creíble que se apoya en la alternancia de imágenes cinematográficas de archivo y otras creadas para la obra.

El equipo técnico y creativo apoya al director en su tesis escénica. Tal es el caso del diseño de escenografía de Alaín Ortiz, la videografía de Daniel Correa, el diseño de luces de Mario García-Joya y la dirección de arte y vestuario de Luis Suárez.

Varias generaciones de actores defienden la pieza con entusiasmo y profesionalismo. Enrique Moreno y Liset Jiménez recorren la obra con frescura y sinceridad en sus papeles de Oscarito y Margarita, dos niños que fueron utilizados en diferentes maneras.

Por su parte, Micheline Calvert se desdobla en la abuela, que quiere y se distancia, haciéndola creíble con su desempeño actoral. Carlos Alberto Pérez como Eugenio es el personaje gris, repleto de envidia y contradicciones que el actor logra representar con esmero.

Las breves apariciones de José Antonio Orta, Marcia Arencibia, Yvonne López Arenal, Miriam Bermúdez y Christian Ocón apoyan y revitalizan sus personajes con buen oficio teatral, más allá de las complejidades y el componente emocional que la historia mueve.

“Los cubanos nos pasamos la vida entre encuentros y despedidas”, dice uno de los personajes de la obra, y la historia también nos describe como un pueblo educado para y por la política, y al mismo tiempo debatiéndose entre el cariño, las relaciones y lo que es políticamente correcto.

Huevos es una obra que viene a tratar de suplir la carencia de textos dramáticos sobre un hecho vergozoso en la historia cubana y con esta puesta Sarraín compulsa el análisis ético individual y social de un momento de gran antagonismo. •

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Wednesday, December 4, 2013

“Huevos”: exorcismo necesario





“Huevos”: exorcismo necesario
Diario de Las Américas
UVA DE ARAGÓN/COLUMNISTA 
mié dic 4 2013 17:10

La obra de teatro Huevos, del dramaturgo matancero Ulises Rodríguez Febles, actualmente en cartelera en el Teatro Akuara, se basa en hechos reales que precedieron la salida de 135.000 cubanos por el puerto del Mariel en 1980.

Se trata de la historia de un “marielito”, que se lo llevan de Cuba y regresa 13 años después para reencontrarse con los dulces caseros de la abuela, y los recuerdos confusos y dolorosos del acto de repudio con que despidieron a su familia.

Bajo la dirección de Alberto Serraín, los 10 actores que componen el elenco muestran al desnudo las razones y sinrazones de una de las páginas más negras de nuestra historia reciente.

Después de la emoción y alegría de abrazar a su abuela, que no perdona al hijo que se haya marchado, dejándola sola y "traicionando" la Revolución, comienzan los flashbacks.

Oscarito, protagonista principal, interpretado magistralmente por Enrique Moreno, va reviviendo los eventos de esos días horribles de la primavera de 1980.

Vemos así los conflictos de dos matrimonios, los padres del propio Oscarito, y los de una de sus compañeras de colegio, que se ve obligada, con grandes luchas interiores, a leer por el altavoz las consignas contra la familia de su amigo.

Otra pareja importante es la de Eugenio y María, con la actuación también singular de Carlos Alberto Pérez como el más comecandela de todo el barrio, y su joven esposa, totalmente indiferente a un pasado en el que no participó.

La venganza de Oscarito es colocarle cajas y cajas de huevos frescos en el portal de la casa que ahora ocupa Eugenio, que es, naturalmente, la que el joven y sus padres dejaron.

Mientras que la mujer no tiene escrúpulos en aceptar el regalo de huevos, que parece venido del cielo, el hombre sospecha que es un truco, y duda, para al final ceder a la tentación, pero también llegar a un cuestionamiento íntimo de sus acciones, que ya no sabe si eran justificables o no.

Huevos refleja la descomposición de la sociedad cubana en aquellos momentos, donde la ideología, el disimulo, el miedo, la avaricia, la envidia, puso al descubierto lo peor, y también lo mejor, del ser humano.

La obra es asimismo un señalamiento claro sobre la responsabilidad personal, y cómo es posible, aun en situaciones extremas, no violar nuestros principios éticos y morales, incluso a riesgo de peligros y sacrificios.

Huevos no simplifica las cosas. No nos muestra a buenos y malos en blanco y negro. Tampoco emite juicios. Pero sí pone al descubierto los sentimientos de culpa por parte de muchos que participaron, aunque no fuera por voluntad propia, en tirar huevos y gritar insultos y groserías a sus vecinos, amigos y hasta parientes.

También muestra la nostalgia del exiliado y el dolor, de ambos lados, por la separación de la familia. La obra es fuerte, y el uso en escena de filmes de actos de repudio verdaderos, y los personajes saliendo de entre el público para participar en ellos, añaden un efecto dramático.

Sin embargo, en general, tanto el texto como la puesta en escena son sobrios, porque tratan sobre una realidad muy dura por sí sola.

Tan interesante como la obra, fue el coloquio con el autor. Rodríguez Febles vive en Cuba, donde acaban de otorgarle el Premio Cirilo Villaverde de la UNEAC por su novela Minsky. Nos contó cómo la pieza se llevó a escena en la isla en 2007, a teatro lleno, durante un mes. Incluso el día del cierre hubo que hacer tres funciones.

El dramaturgo comentó asimismo sobre las reacciones de la audiencia, tanto en La Habana como en Miami, y cómo algunas personas confesaron que era la primera vez que hablaban de experiencias que habían tratado de olvidar.

En mi artículo anterior escribí sobre la recuperación de la historia por jóvenes profesionales en la isla, y me referí en especial a investigaciones y publicaciones sobre la era colonial y la República.

Huevos hace más. Enfrenta a los cubanos de todas las orillas, a víctimas y victimarios por igual, a hechos recientes. La única manera, a mi modo de ver, de que el pueblo cubano pueda construir un espacio de convivencia y tolerancia en la nación, es confrontando sus demonios. Mariel es uno de ellos. Huevos contribuye a ese exorcismo colectivo que necesitamos.

Nota: Huevos, un proyecto de Akura Teatro, La Má Teadora y el Archivo Digital de Teatro Cubano de la Universidad de Miami, se presentará las sábados y domingos hasta el 22 de diciembre en el Teatro Akura, 4599 SW 75 Avenue. Para información y reservación, llamar al 786 853-1283.