Fotos Iván Cañas.
El banquete infinito IV [Alberto Pedro]
En términos antropológicos, una teoría del éxodo o la égira se refiere a la búsqueda de un espacio fundacional; en el sentido de que toda evolución se frustra en un estadio anterior al de su madurez total, dado que el desarrollo de sus instituciones se vuelve contra esa evolución. El nombre de Éxodo o Égira viene de los casos judío y musulmán, que responden de modo especial a esa dinámica; pero que es un proceso dialéctico que afecta a todo desarrollo, como se ve de la extensión de Occidente a las Indias, del Cristianismo a Roma, la concreción de la Modernidad europea en los Estados Unidos, etc. Respecto al teatro cubano en Miami, eso sería lo que signifique la propuesta de Akuara; que se alimenta de la producción crítica del teatro cubano contemporáneo producido en la isla y no en el exilio, frustrado por las contradicciones de su propio desarrollo.
En ese sentido, el teatro de Alberto Pedro sería la pieza clave que aporte una renovación crítica de la realidad; al condensar en arquetipos de valor y alcance universal los elementos más vivos —y contradictorios— de la realidad cubana, que es profundamente dramática en su contradicción. Es el caso de El banquete infinito, donde el contrapunteo entre el Ente y su Naturaleza se da en el dueto de Ave Rara y Paradigma; en el que el sacrificio de la Naturaleza [Ave Rara] ocurre por la inconsecuencia natural del Ente [Paradigma] en su proyección. La primacía del Ente, en El banquete infinito, está dada en su introducción; un monólogo del Jerarca que será Paradigma, y que alcanza el nivel de agudeza de El gran dictador de Charles Chaplin y la obrilla introductoria de Antes que anochezca, de Reinaldo Arenas. El Ente está condenado al fracaso por su propia determinación de Ser, que es su pecado original; es la tesis general de la obra, expuesta en esa introducción y argumentada a todo lo largo de la misma.
Alberto Pedro es así proveedor de personajes paradigmáticos, que recogen el valor representativo por el que los clásicos son clásicos; antes que él, sólo Virgilio Piñera [Electra Garrigó, Dos viejos pánicos, Aire frío] y Eugenio Hernández [María Antonia] lograron algo así; como los únicos que acudieron al valor analógico de la estructura poética como performance total. El teatro de Alberto Pedro Torriente es eso, performances totales, con más de literatura escénica que de teatro en el sentido moderno; una extensión que rescata el valor antropológico de la epopeya y explota el brillo del patetismo para lograr un realismo verdaderamente trascendental. Para nuestra suerte, esta puesta se extiende hasta septiembre en la sala Avellaneda de AKUARA Teatro; en el 4599 de la 75 ave., en el Bird Road Art District de Miami, con el teléfono 786 853 1283.