"AKUARA TEATRO: Workshop Theater Avellaneda"
We are a non profit organization with an emphasis on art theatre. Our stageworks' goal is to provide the highest quality professional theater.
Teatro Icarón en colaboración con Akuara Teatro: Sala Avellaneda
presentan:
Condenados
Espectáculo unipersonal de Gilberto Subiaurt, que se
estrena el viernes 23, con funciones el sábado 24 y domingo 25. La
presentación de esta obra se extenderá hasta el siguiente fin de semana.
En este unipersonal el actor se desdobla en diez personajes,
desdoblamiento que le permite narrar la historia, un dolor, un disfrute,
imágenes que se suceden en defensa de una estirpe.
Texto, actuación y puesta en escena: Gilberto Subiaurt.
Diseño general: Rolando Estévez.
Banda sonora: Harold Bermúdez.
Dirección general de Akuara Teatro: Yvonne López Arenal.
Equipo técnico y artístico de Akuara Teatro: Mario García Joya, Rolando Germán Santini, Miriam Bermúdez y Carlos Alberto Pérez.
Agradecimientos: Elizabet Quintana y Roberto Labrador.
Lanzamiento de la obra de Abel González Melo "Nevada" Sábado 10 de Noviembre a las 7 y 30 pm. Función a las 8 y 30 PM.
Akuara Teatro: Sala Avellaneda.
4599 SW 75 Ave
Miami. FL. 33155.
Comparto la noticia de que mi obra NEVADA ha sido editada por el Archivo Digital de Teatro Cubano (ADTC) de la Universidad de Miami (dirigido por Lillian Manzor) en su colección "On Stage" con motivo del estreno absoluto en Estados Unidos del texto por el director Alberto Sarraín, con Akuara Teatro (Yla Teatro), La Má Teodora y el propio ADTC. El montaje se encuentra en cartelera desde el pasado 13 de octubre y la presentación del volumen tendrá lugar el próximo sábado 10 de noviembre a las 7:30 pm en la sede de Akuara Teatro (4599 SW 75 Ave., Bird Road Art District, Miami), antes de la función. Al concluir el espectáculo habrá un coloquio con el equipo creador del mismo. El libro cuenta con prólogo de Rodolfo De Puzo, epílogo de Alberto Sarraín, cubierta de Pilar Fernández Melo a partir de una ilustración de Renier Semidey Ravelo (Renato Del Mediodia en FB) y edición de Ernesto Fundora. Con la producción de NEVADA este otoño Alberto Sarraín ha dirigido en Miami, desde 2009 hasta la fecha, toda mi trilogía FUGAS DE INVIERNO, integrada además por CHAMACO y TALCO. ¡Gracias a todos los que han hecho posible que este proyecto salga adelante!
Abel González Melo.
Foto: Ulises Regueiro: Liset Jiménez y Miriam Bermúdez.
Nevada, la tercera “pata” de una trilogía nada “melosa”
Para
poder entender y apreciar en su justa medida esta tercera “pata” de la
trilogía de Abel González Melo que es la obra teatral Nevada –
“torneada” admirablemente por AKUARA TEATRO bajo las órdenes del
“maestro” carpintero Alberto Sarraín– considero que es de gran ayuda
haber visto las restantes, porque las tres responden a una misma
estética y a un mismo objetivo: presentar situaciones extremas, que si
bien no son la regla general, como lacerante excepción pudieran ser el
antídoto para que no se regularicen, y nos salvemos todos de ese
infierno interior que tan bien describen las tres obras, porque a todos
nos duele el planeta Cuba aunque algunos vivamos en sus anillos
exteriores.
En mi reseña de Chamaco, la primera pata de esta
“mesa” –que afortunadamente, al igual que el símil que escogí, no
“cojea” – escribí:
“El teatro es un espejo de la cotidianidad, y
por ende, de los entresijos sociales y políticos de la sociedad. Aunque
el individuo trate de vivir al margen de la política, esta repercute de
tal modo en lo social que no le permite escapar de ella, siendo su
victimaria, cosa que los cubanos sabemos muy bien por experiencia propia
y extendida. Como canta Porno para Ricardo, ‘a mí no me gusta la
política, pero yo le gusto a ella’.
“Las personas que han vivido bajo
una dictadura han tenido que aprender de primera mano que el teatro
tiene que ver con la realidad, y que, aunque no lo pretenda, esa es una
de sus tareas; al describir realidades, aun si fueran inventadas, el
teatro interviene en la vida de los que asisten a una representación
teatral, y este es el primer mérito, entre muchos otros, de Chamaco.
“No
quiere decir que la prostitución sea privativa solo de países
totalitarios como Cuba, pero al existir un aguda asfixia económica, una
jinetera o un pinguero consiguen en una noche lo que un ingeniero, una
enfermera o un médico no logran en varios días ejerciendo su profesión, a
diferencia de aquellos países en que existe movilidad económica y, por
ende, social”.
Como verán los que ya han disfrutado Nevada, todo lo anterior es aplicable por completo a su trama.
A su vez, sobre la puesta de Talco expresé:
“(…)
en Talco, González Melo se ha pasado de la raya, literal y en sentido
figurado (“¿quieres meterte una raya?”, es una pregunta reiterada entre
los protagonistas), pues ha tomado al pie de la letra los presupuestos
de (Antonin) Artaud para aplicarlos a una realidad ya de por sí infeliz,
la del novo-homo-sapiens especial cubano, a la que ha tensado aún más
con un “sentido de rigor violento y condensación extrema de elementos
escénicos… basados en la crueldad…, que será sangrienta en el momento
que sea necesario”, como reza una definición en Wikipedia del “Teatro de
la crueldad” de Artaud.
“A pesar de los pesares, Cuba no es Colombia
ni México en cuanto a la proliferación de la droga se refiere, y aunque
el teatro, para captar realidades, debe ser totalmente artificial, como
declarara Herta Müller sobre la literatura en general, me parece que en
Talco esa artificialidad, lejos de atraer al espectador, lo espanta con
su excesiva crueldad…
“(…) Nada aporta al análisis de nuestro drama
nacional estos personajes tan negativos, sin crecimiento, atrapados en
una sórdida e invisible red que lo cubre todo, conspirando hasta contra
la proverbial sensualidad isleña –los actos sexuales esbozados en la
obra son tan mecánicos que no despiertan ni erotismo en la audiencia,
pese a que todos los actores son sensuales per se–; tal es la carga
pesada del argumento”.
Si bien lo que escribí sobre Chamaco funciona
perfectamente para Nevada, en esta lograda puesta de AKUARA TEATRO el
excelente colectivo de actores pudo conjurar el peligro de repetir la
excesiva crueldad y falta de sensualidad que aprecié en Talco, y todos
bordaron sus personajes como si estuvieran viviendo de verdad la
historia, al punto de que uno como espectador llega a sentirse como si
fuera un vecino o conocido del barrio de los personajes, por la
verosimilitud que cada actor le impregna al suyo.
Magda es todo un
símbolo, muy pocas veces tratado en el teatro, las telenovelas o en el
cine latinos, de esa mujer que no solo es madre a tiempo completo – con
todo su derecho–, y que necesita ser amada también por un hombre, por lo
que el personaje rompe con el clásico estereotipo de la madre que
cuando se divorcia o enviuda se “olvida” de sus necesidades sexuales y,
por lo tanto, renuncia al erotismo; y esa dualidad no excluyente de
madre y mujer encontró en la actriz Yvonne López Arenal a una intérprete
absoluta; sufrida y contradictoria como madre, y sensual y entregada
cuando se refugia en el amante pagado para desahogar sus deseos
naturales de hembra, y también –por supuesto– para escapar de la aridez
de su vida de enfermera cubana mal pagada.
Liset Jiménez le impregnó a
su Lucía una frescura tal que no parecía que estaba actuando, y supo
matizar sin costuras ese desenfado casi insolente que caracteriza al
novo homo-sapiens cubano –sobre todo en la juventud– para convencer
como la precoz mujer que transita entre el miedo, el amor y la familia,
pero que a la vez no vacila en su decisión de huir con su
novio-proxeneta hacia Nevada, previa escala en Miami tras la consabida
“excursión” por el Caribbean Shark Kingdom.
Higinia, a su vez, es
para mí “esa mujer del pueblo” que representa a la mayoría de la
población cubana en la isla, la cual sobrevive como puede nuestro
Holocastro, y que es testigo –nunca mudo, “porque todo lo quiere saber
del enfermo la señora” – del marginalismo y de la decadencia de una
sociedad cuya juventud se debate entre la ida y el invento para
“resolver” y sobrevivir, aunque sea a costa de usar su propio cuerpo
como moneda de cambio; y la actriz Miriam Bermúdez encontró el tono
exacto, justo, para encarnarlo.
Pepe Ronda, como Rosnay, el
chulo-¿pinguero?- novio de Lucía, también le dio a su personaje la
frescura que le alabé a Liset, y supo pulsar con tino en todo momento
esa cuerda pragmática que caracteriza a su emblemático personaje – que
es todo eso a la vez– , pero sin dejar de ser un ser cubano creíble.
Carlos
Alberto Pérez, en su rol de Frank, el “cliente” de Lucía – contrapeso
necesario para evidenciar la amoralidad de la pareja– hasta engordó para
“justificar” el insulto de “gordo” que le escupe Lucía, lo que
evidencia su compromiso con la profesión, reafirmado además por su
actuación convincente y realista; y Andy Barbosa, el benjamín del
elenco, se olvidó de sí mismo para ser Osmel, un varonil gay –¿de
clóset? – que odia ser Camilito y que no quiere que su hermana lo
abandone; todo un conflicto existencial que Andy se creyó, sobre todo en
el regodeo con el novio de Lucía, donde la aparente “traición” a su
hermana puede tener una segunda lectura: la de buscar un pretexto para
que Lucía se pelee con Rosnay y no se vaya.
Celebro el ritmo de la obra, que en ningún momento me hizo mirar el reloj – o pensar: “¿cuándo se acabará esto?” –, así
como los movimientos escénicos y la sensual intimidad que le imprimen a
la puesta los semidesnudos masculinos –y algunos atisbos muy realistas
de partes íntimas posteriores– ; en fin, que Sarraín nos regaló aquí
eso que presagiaban los anuncios de Calígula pero que nunca se vio en
escena.
Toda esa “magia realista” teatral no se hubiera podido
lograr sin los diseños escenográficos y la coordinación del vestuario
de Eddy Díaz Souza –¡ese vestido rojo que calza como un guante el cuerpo
de Liset!–; el diseño de luces del experimentado Mario García Joya –
con Rolando Santini como operador–; todo ello bajo la dirección del
maestro Alberto Sarraín, con José Antonio Orta como asistente, que supo
sacarle el jugo al elenco para que esta Nevada morbosa, desoladora e
inquietante “cayera” sobre Miami.
Amigo/a espectador/a, si
usted quiere ver una obra de teatro intensa, realista, sensual, donde
no se escatima talento, piel ni regodeo erótico –aunque el desenlace sea
inesperado y traumático– le recomiendo que no se pierda Nevada; usted
se lo merece, y también el director y los excelentes actores que la
representan, que estarán felices de ver su cara desde el escenario.
Baltasar Santiago Martín
Fundación APOGEO para el arte público
Miami, 5 de noviembre del 2012