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Wednesday, June 16, 2010

Notas al programa de Rosa Ileana Boudet. La noche de Eva.


Mural de La noche de Eva realizado por Mario García Joya (Mayito).


La noche de Eva, de Yvonne López Arenal, recrea el encuentro imaginario entre dos mujeres y sus personajes íntimos o distantes, amigos o enemigos. Diferentes y parecidas, Simone y Eva se encuentran una «noche» que se vuelve de Eva, como la del pasaje bíblico. Jean–Paul Sartre y Simone de Beauvoir visitan La Habana en dos ocasiones. La primera, del 20 de febrero al 15 de marzo de 1960 y a su regreso de Brasil, del 21 al 28 de octubre del mismo año. Durante su primera estancia, muy documentada, se entrevistan con el Che, Fidel Castro es su anfitrión en la Ciénaga de Zapata, conocen a jóvenes intelectuales –Jaime Sarusky, que les sirve de traductor, Humberto Arenal que los entrevista o Korda que los fotografía– se encuentran con Tennessee Williams y asisten al estreno de La ramera respetuosa, que inaugura la sala Covarrubias del Teatro Nacional. Luego Virgilio Piñera publica su “Diálogo imaginario con Sartre” en Lunes de Revolución, días después del regreso de la pareja a Francia. ¿Quiere adherirse de manera irónica a la repercusión de la visita? Lo más sonado de su “diálogo” es que desacredita Los siervos, su pieza publicada en la revista Ciclón (1955), que los jóvenes desempolvan y leen en la actualidad, pero que a tenor con sus deseos, no aparece en su Teatro completo. Eva Fréjaville llega de Francia en 1939 y al año se casa con Alejo Carpentier, a quien había conocido en París en el ambiente de los surrealistas. Pero se “descasa” en un mes, según cuenta a Enrico Mario Santí que la entrevista, porque se enamora del pintor Carlos Enríquez, que la retrata desnuda y vestida a lo largo de su atormentada relación. El más conocido, pintado en la puerta del baño de la casa–estudio del pintor, El Hurón Azul, en Arroyo Apolo– ha creado el mito de Eva como objeto erótico. Pero la Fréjaville es una estudiosa que publica en 1942, en Ediciones la Verónica, de Manuel Altolaguirre, Marcel Proust desde el trópico y en 1948 escribe Damiano y sus espejos (no localizada), que según Natividad González Freire era “una comedia en tres actos sobre un caso clínico de perturbaciones mentales, eminentemente verbalista y decididamente influida por los personajes desplazados de Cocteau”. Alrededor de esa fecha empieza a colaborar con la revista Prometeo –que dirige Francisco Morín–con artículos y estudios muy rigurosos sobre autores franceses, al tiempo que traduce textos, entre ellos, de su padre, el crítico Gustavo Fréjaville. Sus colaboraciones se mantienen hasta que cesa la revista en 1953. En los cincuenta se habla de sus «tertulias» en su casa del Vedado, casada con el médico Enrique Collado. Carlos Espinosa Domínguez ha recogido el testimonio de Antón Arrufat.


En ese período frecuentábamos las tertulias habaneras, otra manifestación de la vida cultural de la ciudad. Recuerdo que con frecuencia Piñera asistía a la de Eva Fréjaville, que recibía en su casa del Vedado. Mujer culta, un poco cursi, de risa estentórea, en otra época fue mujer del pintor y novelista Carlos Enríquez. Algunos otros escritores íbamos también a la casa de «madame Evá», como burlonamente la llamaba Virgilio. Había que oírlo cuando salía de aquellas tertulias, a las que en el fondo despreciaba. Mas en él siempre hubo esa especie de dicotomía: despreciar algo y, a la vez, sentirse atraído por ese algo. Sin duda aquellas visitas y relaciones constituían para él un alimento contradictorio, una experiencia de la que no quería privarse.


Julio Rodríguez Luis ha recordado por el contrario a Virgilio satisfecho y divertido declamando en francés los versos de Fedra. Si Mario Santí describe a Eva con ochenta años, como a character, lo que cubanamente se conoce como un personaje, que lo recibe muy pintada, lúcida y vivaz, hay que imaginarla en los años cuarenta en su radiante belleza y madurez. Cuando Sartre y Simone visitan Cuba, Eva todavía está en La Habana, pero es posible no haya estado al tanto, ya que se separa de Collado, hace sus maletas y viaja a Francia y luego a los Estados Unidos donde se establece. En 1992 enseña en Riverside, California, donde muere en 1998. A muchos por desgracia nunca les interesó la escritora y estudiosa, sino la musa, el mito y la chismografía. Simone, en cambio, brilló siempre con luz propia y sus libros y escritos, sobre todo El segundo sexo, han influido poderosamente en el movimiento feminista. Ella recordará La Habana y la revolución como fiesta, alegría y gozo. En 1961, cuando los intelectuales se reúnen en la Biblioteca Nacional y Virgilio se dirige a los asistentes, ya Eva no está en Cuba y Simone y Sartre se han olvidado de la isla. Se acabó la fiesta. Con este material de fondo – muchas veces no incluido ex–profeso en el texto– López Arenal las reúne y hace vivir como caras de una misma, distinta, única y prodigiosa Eva.


Rosa Ileana Boudet


El “Diálogo imaginario con Sartre” de Virgilio Piñera aparece en Lunes de Revolución, 21 de marzo (1960): 38-4. La mención a la obra teatral de Eva Fréjaville, en Teatro cubano contemporáneo (1927-1961). La Habana: Ministerio de Relaciones Exteriores, 1961, de Natividad González Freire. Hablan de las tertulias en casa de Eva: Julio Rodríguez Luis. “Recuerdo de Virgilio”. Revista Hispano cubana 18, 2004 y Carlos Espinosa Domínguez en Virgilio Piñera en persona. Miami: Cincinnatti: Término Editorial, 2003. Y la entrevista que la hace por fortuna recircular entre nosotros es de Enrico Mario Santí “ Memoria de la mitomanía” en Linden Lane Magazine, V. XXIX (2005): 14–16.


Rosa Ileana Boudet. Escritora e investigadora teatral. Sus libros están a la venta en Scribd y en la editorial de Gestos, Irvine, California. Más detalles en su blog "Lanzar la flecha bien lejos"

http://rosaile.blogspot.com