El Hurón Azul de Eduardo Michelsen.
La obra de Michelsen es una recreación del momento en que Carlos Enrriquez pinta a Eva Fréjaville en el baño del " Hurón Azul".
A fines de 1938 Carlos Enríquez comienza a construir su vivienda en una pequeña finca que recibe como herencia paterna. Con materiales de rastro levanta una casa de madera inspirado en una estación de trenes de Pennsylvania, Estados Unidos, a la cual le incorporó detalles de la arquitectura colonial cubana como el vitral, las rejas y las tejas. Comienza a habitarla a partir de 1939. Allí crea gran parte de su obra pictórica y literaria.
LAS TERTULIAS. En el "Hurón Azul" se reunía toda la intelectualidad de la época y se producían intercambios sobre temas del arte y la cultura mundial. Carlos Enríquez recibía a sus amigos con comida criolla y ron. Acudían escritores, artistas, que en estilos muy abiertos apuntaban sus criterios. Era también de atracción especial, la biblioteca que poseía el pintor, no sólo por lo extensa sino por lo especializada: podía encontrarse en ella la literatura más moderna, literatura europea, muchos materiales sobre el surrealismo y sus precursores, y de otras corrientes artísticas. Así, "Hurón Azul" fue visitado por intelectuales como: Félix Pita Rodríguez, Alejo Carpentier,Nicolás Guillén, René Portocarrero, Agustín Guerra y Fidelio Ponce
LAS TERTULIAS. En el "Hurón Azul" se reunía toda la intelectualidad de la época y se producían intercambios sobre temas del arte y la cultura mundial. Carlos Enríquez recibía a sus amigos con comida criolla y ron. Acudían escritores, artistas, que en estilos muy abiertos apuntaban sus criterios. Era también de atracción especial, la biblioteca que poseía el pintor, no sólo por lo extensa sino por lo especializada: podía encontrarse en ella la literatura más moderna, literatura europea, muchos materiales sobre el surrealismo y sus precursores, y de otras corrientes artísticas. Así, "Hurón Azul" fue visitado por intelectuales como: Félix Pita Rodríguez, Alejo Carpentier,Nicolás Guillén, René Portocarrero, Agustín Guerra y Fidelio Ponce