Translate

Thursday, August 1, 2013

“La sal de los muertos” hace pensar…

Cristian Ocón en el papel de "El Tigre"
 Foto: Ulises Regueiro.

Cristian Ocón en el papel de “El Tigre”

“La sal de los muertos” hace pensar…


Publicado en Diario Las Américas, 1 de agosto de 2013

Matías Montes Huidobro pasará a la historia de la literatura cubana como una de las figuras más prolíficas y versátiles del Siglo XX. Trabajador incansable, además de editor de revistas y antologías, se ha destacado en la narrativa, la poesía, el teatro, y la crítica literaria. Si hay un género, sin embargo, en que más se destaca, que lo define mejor, es la dramaturgia. No en balde muy joven recibió en Cuba el Premio Nacional “José Antonio Ramos”; y en el exilio, que comenzó en 1961 para él y su inseparable compañera Yara González, ha publicado un buen número de sus obras, muchas de las cuales se han llevado a la escena. Recuerdo, por ejemplo, la producción de “Un objeto de deseo” bajo la dirección de Mario Salas Lanza en 2006, y de “Los acosados”, dirigida por Ernesto García, en 2008, entre muchas otras.

A ningún autor le agrada tener sus piezas engavetadas; y Matías, que posee tanta persistencia como talento y capacidad de trabajo, pensó que después de más de medio siglo, ya era hora de que “La sal de los muertos” viera la luz. La había traído escondida en su equipaje al salir de la Isla, y nunca había logrado que se llevara a las tablas ni allá ni acá. La obra de dos actos se estrenó por fin el sábado 27 de julio como una producción de “Pro Teatro Cubano” en Akuara Teatro y estará en cartelera los próximos dos fines de semana.

“La sal de los muertos” se inscribe en la tradición de la crítica social y política que puede trazarse desde la primera generación literaria cubana con Carlos Loveira, Jesús Castellanos, José Antonio Ramos y el propio Agustín Acosta, en su célebre poema “La Zafra”. En realidad, esta tendencia tiene sus raíces en la era colonial. Baste recordar los ensayos del Padre Félix Varela en “El Habanero” y los de José Antonio Saco sobre la vagancia. Es natural que estas denuncias de los males del país se intensificara en los primeros tiempos de la Revolución y el cambio tan radical que tuvo lugar.

También hay que situar “La sal de los muertos” dentro del teatro del absurdo, que marcó las décadas de los cuarenta a los sesenta con diálogos repetitivos, fuertes rasgos existencialistas y un cuestionamiento de la sociedad y el hombre, entre otras características. Posiblemente Samuel Beckett y Eugene Ionesco fueron los que más sobresalientes en este tipo de teatro; y entre los cubanos, Virgilio Piñera, José Triana y Montes Huidobro. El escritor francés Antonio Artaud inspiró asimismo a algunos dramaturgos de esos años a utilizar el “teatro de la crueldad”, en el que se inscribe esta obra de Matías Montes. Se trata de un tipo de teatro en el que se utilizan escenas violetas; gestos, lenguaje y actitudes chocantes; y situaciones inhumanas, feroces. No es casual que los personajes tengan nombres de fieras.

“La sal de los muertos”, con un elenco multinacional (de cubanos, peruanos, nicaragüenses, costarricenses, dominicanos), muestra los conflictos de una familia enferma de avaricia, corrupción, luchas generacionales y afán de poder. Más allá de los enfrentamientos y sospechas entre abuelos, padres, hijos, parejas, la obra es la metáfora de un país, un continente, un universo que se convierte en encierro, un lugar viciado del que no hay salida posible.

Si la dirección de Christian Ocón es digna de elogio, más aún lo es su actuación como El Tigre, especialmente porque el actor destinado al papel tuvo que abandonarlo apenas una semana antes, y Ocón optó por asumirlo para no posponer el estreno. El resto del reparto –Orquídea Gil, Ivette Kellems, Orestes Graupera, Liset Jiménez y Yoelvis Batista— merece aplausos al igual que el asistente de dirección, Carlos Laso; Alejandro Galindo, por el maquillaje y vestuario; y Mario García Joya, por las luces y sonido. Hay escenas en que se escuchaba la lluvia de forma tan convincente, que yo no estaba segura si se trataba de efectos de sonido o si en verdad afuera diluviaba. Lilliana Espeleta, Martha Lizana y Octavio Gallardo participaron dignamente en papeles muy breves.

Christian Ocón estuvo también a cargo de la escenografía y ambientación; y es en este renglón donde únicamente diría que no quedé del todo complacida, pues hubiera preferido que se evitaran los emblemas tan explícitamente cubanos al final de la obra –bandera, trazo de la Isla en el escenario, Caridad vestida como la Virgen– porque limitan el horizonte de una obra de dimensiones universales y símbolos plurivalentes.

Les recomiendo que aprovechen la oportunidad de ver “La sal de los muertos”. No es precisamente una obra que entretiene. Logra algo mucho más profundo. Punza, incomoda, hace pensar.

Nota: “La sal de los muertos” de Matías Montes Huidobro subirá a escena en Akuara Teatro (4599 SW 75 AVE, Miami Fl. 33155) en una producción de “Pro Teatro Cubano”, dirigida por Christian Ocón, durante dos fines de semana más, los sábados (a las ocho y treinta de la noche) y los domingos (a las cinco y treinta de la tarde) los días 3, 4, 10 y 11 de agosto (informes y reservaciones, 305 640 2422). Con el apoyo de Akuara Teatro. Boletos: $20.00. Descuentos para “seniors”, grupos de más de seis y estudiantes con identificación, $15. Informes y reservaciones; 305-640-2422; 786-38-3203; 786-487-8119.